¿Alguna vez has pensado que mamá vale oro? Seguramente sí. Y es que, desde que podemos recordar, ella ha sido un gran tesoro. Ha estado con nosotros en las buenas y en las malas para acompañarnos, cuidarnos, darnos consejos, hacernos reír, llenarnos de besos y darnos uno de los regalos más preciados del universo: los abrazos.