El primer reloj del que se tiene registro es el reloj de sol, inventado alrededor del 3000 a. C. por egipcios y chinos. Funcionaba proyectando la sombra de un gnomon sobre una escala marcada, indicando así las horas del día.
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Usado en la Antigüedad, medía el tiempo con el flujo constante del agua en un recipiente. Fue muy popular en Grecia y Roma.
Un clásico que aún usamos hoy en juegos de mesa. Se popularizó en el siglo XIV y medía intervalos cortos de tiempo con arena.
Nació en los monasterios europeos hacia el año 1000 para regular rezos. Hacia 1300 aparecieron las manecillas impulsadas por engranajes.
Inventado por Christiaan Huygens, marcó un hito en precisión. Su movimiento oscilante activaba engranajes que movían las manecillas.
Alexander Bain lo creó usando electroimanes y placas de cobre y zinc, abriendo paso a la relojería moderna.
Acreditado a Patek Philippe, primero diseñado para mujeres y más tarde adoptado por militares y aviadores.
Warren Marrisson usó cristales de cuarzo para generar frecuencia y precisión. En 1969 se produjo en masa, transformando la relojería.
Creado por el NIST en EE.UU., mide el tiempo con base en cambios de energía en los átomos. Es el más preciso hasta hoy.
Hamilton lanzó el primero con pantalla LED. Pronto se sumaron marcas asiáticas como Casio, añadiendo funciones como cronómetro y calculadora.
El primer smartwatch incluía Linux, RAM y Bluetooth. Hoy son mini computadoras capaces de conectarse a internet, medir la salud y realizar llamadas.